domingo, 3 de mayo de 2009

Sef - Graffitero Peruano

Si yo me paro con un megáfono en la calle y le digo a la gente que no reprima sus sentimientos, nadie me va a escuchar. Pero si eso lo pongo en un mural, no con palabras, sino con imágenes, he conseguido lo que quería". SEF es un tremendo artista urbano que recorre las calles buscando paredes para usarlas como plataforma desde la cual compartir sus emociones y su joven percepción de la vida. Joven porque SEF tiene solo 23 años y desde los 18 se dedica a sorprender a quienes tengan la suerte de toparse con uno de sus trabajos.



Integrante de la familia Fucking Clan y en un momento de la crew MK, SEF actualmente trabaja en solitario. Muchos medios le han prestado atención a su trabajo desde periódicos hasta galerías exclusivas para él.


Lágrimas brotan de un ojo trémulo. Pupila dilatada, brillante, que tiembla y refleja a la rosa que tiene en frente. El sentimiento firma el mural de vivísimo realismo que se erige en medio de la unidad vecinal de Los Cipreses. La pared lateral de una casa convertida en lienzo, y frente a la que hay un rompemuelle que, casi, obliga a los marchantes automovilísticos a posar su mirada sobre él. Inevitable entonces sentir cierta emoción y evocar pasiones vividas, amores que partieron, seres amados que ya no están. SEF me mira y me dice que con ese mural busca que quienes lo vean expresen sus emociones.


No hay personaje, famoso o anónimo, que escape del spray del grafitero. El Chavo es una de sus obras más celebradas. SEF vive en Pueblo Libre y dice que siempre que veía grafitis por la calle se imaginaba haciendo él los suyos. Nunca había dibujado, pero un día se animó a pintar algunas frases como "Te estoy viendo", "Pienso en ti", "No estás solo". Hasta que un día dibujó en su cuaderno al comediante Bill Cosby y le pareció que le había salido tan bien que, cogiendo sus decenas de latas de spray, se lanzó a intervenir todos los espacios posibles.

Un niño con bigote y sombrero de Mario Bros, un Dalí escudriñando el mundo a través de una lupa, animales, cuerpos femeninos, mujeres y niños del Ande. Cualquier ser humano anónimo o conocido podía ser arrebatado por la muñeca del grafitero. "Me siento cómodo en las calles. No porque la gente me vea y me diga ‘tú eres el SEF’, sino porque allí es que puedo entregar mejor mi mensaje".

Los amigos lo apoyan. José Luis es un diseñador gráfico que lo conoce desde hace años, desde aquellos tiempos en que respondía al nombre de Roberto Seminario. "Mucha gente puede decir que lo que hace el SEF es de drogo, y por eso a veces lo han confundido con delincuente o barrista. Pero él es un artista".

Explícitos u ocultos, los murales del SEF siempre tendrán mensajes que buscan remover conciencias y despertar sentimientos aletargados por la modorra del mundo moderno. Un filósofo de las paredes. Entonces el SEF me cuenta que no son pocas las veces que la Policía lo ha llevado a la comisaría, y ha pasado casi toda la noche detenido hasta que, después de hablar con el jefe de turno y explicarle que lo que está haciendo es arte y no pandillaje, lo han dejado salir con las disculpas del caso.
"Una vez un señor salió por su ventana amenazándome con una pistola. Y otra vez un vigilante me agredió cuando estaba pintando una pared abandonada de la avenida La Marina. Me rompió el maletín y mis pinturas se cayeron al piso. Tuve que irme pero luego regresé a terminar mi pintura".

El SEF dice que se puede poner a pintar en cualquier momento. Y en su casa ya se han acostumbrado a estas repentinas euforias artísticas. Claro que, al principio, sus padres pensaban que estaba yéndose por el mal camino y hasta que estaba ingiriendo sustancias no santas.


Uno de los personajes que han vuelto a nuestro Perú gracias al spray de SEF es el Chavo del Ocho. "Es un personaje que marcó mi infancia, la tuya, la de ella –dice señalando a la fotógrafa–. Yo me acuerdo que me sentaba con m canchita a verlo, y no importaba si repetían los capítulos".

Muchos grafiteros trabajan en grupos, o en colectivos, y eso para SEF está bien, pero él siempre ha preferido trabajar solo. Y decimos ha preferido porque en los últimos tiempos eso ha ido cambiando: su enamorada está trabajando con él en un nuevo mural que complementará a "El Sentimiento". Allí otro ojo, con una expresión de júbilo, observa la sonrisa de una chica.


"Esto significa que siempre van a estar juntos. Él la mira a ella, le presta atención porque la quiere, y ella está feliz. Es algo que me está pasando", confiesa agachando la cabeza. El grafitero está enamorado.

Aunque ya realizó una exposición en la galería de la Municipalidad de Pueblo Libre –"fueron cuadros con personajes peruanos como la momia Juanita, la tapada limeña"–, el SEF de ninguna manera se considera aún un artista.

"Hay mucha gente que aprecia lo que hago. Muchos se detienen y se quedan durante varios minutos observándome trabajar. Otros se me acercan y me preguntan cuánto cobraría por pintarles en su casa uno de mis dibujos. Pero también hay de aquellos que te preguntan tanto que no te dejan trabajar. Igual es bacán".

Al preguntarle ¿Por qué SEF? Roberto Seminario sonríe y me dice que eso es un secreto. Aunque tal vez algún día lo revele, pero será en un muro, en la calle. Allí él se siente como en su casa. El hogar del grafitero.

















Ricardo Rios Diaz